miércoles, 31 de agosto de 2011

Nuestra antigua vida de superhéroes



¿Quién no recuerda el entusiasmo con el que, siendo pequeños, comenzábamos un nuevo día? Nos encantaba madrugar y cada amanecer era como el principio de una nueva aventura. Sentíamos que la magia nos envolvía, que al finalizar el día descubriríamos algo nuevo y maravilloso. 

Si. Era el tiempo en el que nada parecía imposible, en el que eramos capaces de todo. Confiábamos en nosotros mismos y, por supuesto, en nuestros súper poderes.

Muchos escalábamos árboles y luego lográbamos bajar sin apenas un rasguño, contábamos hasta diez y el semáforo se ponía en verde, hacíamos equilibrio sobre las vallas que cercaban los jardines sin pisar el suelo, saltábamos desde los columpios cuando estaban en movimiento, lográbamos encanastar la pelota con los ojos cerrados y hacia atrás; siempre adivinábamos la mano en la que se escondía la canica y sobre todo, pedíamos deseos que se terminaban cumpliendo. 


Sin embargo, a medida que crecíamos nuestros poderes parecían desvanecerse. Como mamá y papá ya nos habían repetido millones de veces terminamos cayendo de aquel árbol al que en otras tantas oportunidades habíamos subido sin problemas; el semáforo ya no obedecía nuestras ordenes, ahora sabíamos que era un sistema de tráfico programable y que nuestra voluntad de nada servía para que cambiase antes o después; la valla del jardín era demasiado alta y al mirar al suelo nos daba un poco de vértigo; saltar de los columpios también parecía peligroso y un esguince de tobillo terminó confirmándolo; nuestra puntería a canasta pareció perderse y ya muy pocas veces lo lográbamos; ni hablar de adivinar la mano en la que se escondía la canica, pero sobre todo, lo que más nos apenaba, era que nuestros deseos ya no se cumplían como antes ¿y si tenían razón aquellos que decían que lo milagroso era solo casualidad? ¿y si la magia, realmente, no existía?

Hoy, a poco les gusta madrugar como antes. ¿Acaso lograremos vivir algo nuevo y diferente? Se preguntan. ¿Conseguiremos cumplir con algo en lo que tantas otras veces hemos fracasado? 

Si, es aquí donde el súper héroe de antes, se transforma en un mero mortal “No puedo cambiar las cosas que no me agradan” “Tengo miedo de intentar hacer eso” “soy victima del sistema“ “los milagros no existen” “la magia no existe”


Cuando nos autoconvencemos de todo lo expuesto, desgraciadamente, comienza a cumplirse al pie de la letra. Pero ¿Por qué? ¿Qué es lo que ha cambiado? 

Si, así es, la FE...

La fe es el motor de la creación, por lo que cualquier irregularidad en la fe en un acto mágico lo desbarata. ¿Qué sería de los trapecistas de circo que dudan de su capacidad para dar una voltereta perfecta en el aire y agarrarse al trapecio en el que milésimas de segundos antes se encontraba su compañero? ¿como logran los yoguis de la india caminar sobre brasas sin quemarse, sentarse sobre pinchos de acero sin sangrar, aguantar la respiración bajo el agua tiempos imposibles e incluso flotar varios centímetros del suelo? ¿Y de los que realizan artes marciales consiguiendo caminar por las paredes, saltar de un tejado a otro o realizar piruetas no apta para todos los públicos? 

Pagamos para ver a todas estas personas que aparentemente nacieron con un don que nosotros no. Pero ¿Realmente no somos capaces? ¿Será que estos poderes solo se encuentran en unos pocos que fueron elegidos aleatoriamente? O ¿Será, quizás, que no tenemos la suficiente fe para lograrlo? 


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